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Capítulo 11

Equilibrio, balance, vida, muerte, luz, oscuridad, día, noche…

He dedicado toda mi existencia a mantener el caos que habita en el universo en el mayor orden posible, pero el caos es caos, y, ni siquiera yo, puedo hacer que las cosas vayan contra su propia naturaleza. Por ejemplo, los humanos, especímenes curiosos de verdad, ya que buscan de manera incansable luchar contra lo que son, imponiéndose a sí mismos una importante cantidad de reglas, normas, leyes, y hasta valores éticos de cómo deben comportarse, en una búsqueda desesperada de la anulación de lo que son, a fin de cuentas, criaturas inteligentes llenas de odio, avaricia, envidia, lujuria y una enorme ambición desmedida.

Llevamos eones buscando traer orden a un caos que no tiene solución, pero lo hacemos lo mejor que podemos. Traemos guerra allí donde hay pereza e injusticia, y llevamos paz allí donde reina la crueldad y las matanzas. Hemos intervenido, a lo largo de toda la historia de la humanidad, en más de un millón de ocasiones, buscando equilibrar una balanza imaginaria e inexistente, fracasando a veces, pero teniendo éxito mayormente.

No sé si esta es realmente la misión de nuestra existencia, porqué no tuvimos a nadie que nos lo haya dicho. No hubo un nacimiento para nosotros, simplemente aparecimos, y desde allí buscamos nuestro propio propósito en las estrellas, más allá del cosmos. Umbránicu, mi hermano mayor, que se dice que nació de la oscuridad, y yo, Amalam, que nací de los primeros rayos de luz que las estrellas colocaron sobre el infinito cosmos.

Él, y yo, buscando la forma de llevar adelante a esta especie tan poco consciente sobre el daño que hacen sobre el suelo que pisan. Con el tiempo, pudimos notar que, distintas acciones de parte de los humanos, nos alimentaban y nos hacían sentir más fuertes, como las almas que vagan en pena en el Inframundo, las cuales alimentan a mi hermano. En cambio, a mí, fruto de la luminiscencia, me alimenta las oraciones y las ofrendas, los rezos y las plegarias. Basados en esta suerte de máquina, es como traemos balance al planeta, a veces incentivando la muerte, y a veces incentivando el amor a nosotros.

Debo confesar, sin embargo, que tenemos un tercer hermano, Tapeltotec, que ha nacido casi al mismo tiempo que la humanidad dio sus primeros pasos más avanzados como especie, varios siglos posteriores a su evolución de los primates, cuando comenzaron a formarse en sociedades y establecer conjuntos de reglas. No estamos muy seguros de cómo nació, simplemente apareció. Creemos que es un producto de la imaginación humana, y que ha nacido también por los pensamientos más oscuros e inmundos de estos, porque Tapeltotec se alimenta de la desdicha, de los celos, de la codicia, de la angustia, del sufrimiento, de la ira. Nuestro hermano menor ensució durante mucho tiempo el credo que los humanos nos tienen a nosotros, así que busqué, de a poco, crear un escenario donde los humanos dejaran de rezarle a él, para poder desplazarlo. Lo hice por el propio bien de los humanos, para que dejaran de alimentar a un dios de esas características, y concentraran sus esfuerzos en las alabanzas a quienes realmente somos las supremas entidades de este plano existencial.

Y él, se dio cuenta, tardó un tiempo en darse cuenta, pero se dio cuenta finalmente, cuando logré que las religiones del mundo dejarán de adorarlo, y empezó a sentirse más debilitado. En una ocasión nos confrontó por ello, pero pudimos convencerlo de que era la propia voluntad de los humanos y que nosotros no habíamos tenido nada que ver. Al ver que se había creído esa mentira, empezamos a elaborar un relato, que también sirvió para regular a todas las demás deidades que aparecieron con el tiempo, que nacían de ciertas acciones que provocaban los humanos y su impacto en la energía que nos rodea. Todas deidades menores, eso está claro, a duras penas mejores que los humanos, pero solo por poco. En este relato, Tapeltotec obedecía varias normativas que nosotros impusimos a todos, y solo Umbránicu y yo podíamos hacer caso omiso.

El tiempo pasó, y ahora llegamos a los tiempos que corren en este momento, cuando la cabeza de la iglesia indomina perdió la cordura por un episodio que sufrió a manos del imperio del Rey Vladik. Había advertido a mi hermano que, este sanguinario monarca, estaba cobrando demasiado poder, desequilibrando la balanza que tanto buscamos mantener, pero él insistía en que las matanzas y guerras que estaba realizando eran beneficiosas para ambos, pero su error quedó en gran evidencia cuando Lambert comenzó una guerra cruzada en Barpulia, a pesar de que su antiguo mentor le había contado que realizó lo mismo y nosotros mismos lo detuvimos. Lambert se comunicó conmigo y le ordené que no lo hiciera, pero hizo oídos sordos a mis advertencias, y, llenó de odio y temor, comenzó una incursión que llevaría al continente de Kurayos al caos absoluto. No quiero exagerar, porque he visto cosas que ustedes jamás podrán imaginar, no solo en este planeta, pero este es, posiblemente, el momento de mayor caos imposible de regularizar que jamás haya visto antes. Para colmo, he encontrado a Tapeltotec vagando en unos bosques recónditos, realizando experimentos de magia, creando criaturas y dotándolas de magia para colmo, lo cual está expresamente prohibido en nuestro código. Tendré que hablar con él para reprenderlo por ello, y si es necesario, tendré que acabar con su existencia…

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